El pasado domingo, el KCC Egis surcoreano lograba su tercera victoria de la temporada, logrando un balance de 3-2, lo que le coloca en la tercera posición de la desconocida liga asiática. Su gran baluarte, DeShawn Sims, que con 42 puntos (21/28 en tiros de campo), 11 rebotes y 1 asistencia, sumó 41 puntos de valoración, se convertía en el jugador de la semana.

Dos partidos en Grecia (13 puntos y 4'5 rebotes de media) y vuelta a casa. El 29 de noviembre, apenas tres semanas después de haber abandonado territorio heleno, Sims firmaba por los Red Maine Claws de la NBDL. Allí, lejos de su Detroit natal Sims encontró su mejor juego: 19 puntos y 8 rebotes en 38 partidos.
Al terminar la NBDL, Sims volvió a marcharse de Estados Unidos, aunque esta vez se iba con el premio a mejor rookie de la NBDL en la maleta. Cambiaba la lluviosa Maine por la pequeña (25.ooo habitantes) Quebradillas de Puerto Rico. Aquí únicamente pasaría dos meses, justo antes de aceptar una oferta aún más exótica: Corea del Sur.
Pero antes de llegar aquí, la vida de un joven DeShawn Sims no fue la ideal para un niño. Calles abandonadas, casas ardiendo y asaltadas por la naturaleza...el barrio de State Fair no es el lugar indicado para que un chico crezca. Una de las peores zonas de Detroit, que comenzó su decandencia en los años 80 y se convirtió en territorio de traficantes y prostitutas, alejando cada vez más a familias como las de DeShawn que se había establecido allí tiempo atrás.

"Intentar recuperar una relación es una situación que no he vivido antes. Necesitas tu tiempo para aprender de la otra persona", decía Sims al Maine Today. "Él era realmente activo en mi vida cuando yo era pequeño. Será muy bueno verle".
Durante esta etapa, su madre, Lolita Pruitt, fue el eje sobre el que giraba la vida del pequeño DeShawn. "Él iba a entrenar porque le gustaba el baloncesto. Era muy bueno cuando era un niño y nunca le preocupó el barrio donde vivía, estaba centrado en el baloncesto", señala su madre en el mismo medio.
Cuando en séptimo grado DeShawn comenzó a jugar más en serio, tuvo que abandonar State Fair para irse a vivir con su abuela, que residía cerca del Insituto Pershing al que Sims acudió. Bendito problema. Pero además de su abuela, los entrenadores se volcaron con él. "Antes de que su padre fuera a la cárcel, cuidaba mucho de DeShawn, era un gran padre", señala su madre. "Cuando su padre fue encarcelado, sus entrenadores lo tomaron bajo su atención".
A partir de entonces, Sims se dio cuenta de lo que le podía ofrecer el baloncesto. "Era la única forma de escapar. Viniendo de donde vengo, el ambiente, el barrio...necesitas una vía de escape enorme para irte. El baloncesto fue mi salvador", indica Sims.
Tras su paso por el High School de al lado de la casa de su abuela, Sims se convirtió en el primer miembro de la familia en graduarse e ir a la universidad, y allí, comenzó a mostrar su talento para la canasta. Pero sólo tres meses después de pisar Michigan por primera vez, la tragedia volvió a sacudir su vida.
Sims dormía la siesta mientras esperaba la visita de otro de sus hermanos pequeños, Marcus, no tan alto como él pero con un buen futuro para el baloncesto. DeShawn se despertó de su sueño y asombrado vio como en su teléfono móvil había docenas de e-mails y mensajes de voz. Algo malo había tenido que ocurrir. Confirmado.

Entonces John Beilein y sus compañeros de Michigan se volcaron con DeShawn, y toda la plantilla se tatuó en sus estómagos las letras "MBK4L", "My Brother's Keeper For Life", en honor a Sims. "Él creció porque vio la tragedia de frente y tuvo que soportar más de lo que los jóvenes de su edad", señala Beilein.
A pesar de todo, su madre sigue viviendo en Detroit, donde Sims viaja cuando su profesional se lo permite para ver a su hijo Karon, de 2 años de edad. "Él ya me reconoce", dice ilusionado Sims. "Estoy muy orgulloso de él. Cuando vuelve a casa estoy muy feliz porque él lo está haciendo muy bien", señala orgullosa su madre Lolita.
Mientras muestra su talento en Corea del Sur, Sims mantiene vivo su auténtico sueño, la NBA, y a pesar de haber perdido a un hermano en la calle, de tener a otro en prisión y de no haber visto a su padre en 14 años, Sims lo tiene claro. "Viniendo de donde vengo, habiendo visto lo que he visto y la gente que he perdido, soy feliz".