Tan sólo habían sido dos partidos pero el rol de John Salmons había cambiado. En cuestión de nueve días, con el All-Star de Orlando de por medio, Salmons pasaba de ser el alero titular a salir desde el banquillo.

Hasta ahora, Salmons había sido el alero titular del equipo y a pesar de haber encadenado siete partidos por debajo de la decena de puntos antes de la lesión, parecía complicado que Keith Smart quitara del cinco de inicio al jugador que había sido fichado para ser el alero titular del equipo. Pero ni corto ni perezoso, el coach decidió que Salmons ejercería de base suplente, al menos, cuando no estuviera Tyreke Evans en pista.
Lejos de sentirse incómodo por su nuevo puesto, Salmons comenzó a exhibir su mejor juego. Así, en apenas siete partidos el de Philadelphia ha mostrado una mejoría importante en sus minutos en pista. Y eso que ha pasado de jugar casi 29 minutos por noche, a apenas 23.
Por si fuera poco, su canasta ante New Orleans Hornets valió una victoria.
Aun así, Salmons anota más (8'5 por 7'1), asiste más (2 por 1'8), sus porcentajes han mejorado notablemente (59'5% en TC por 35'8% siendo titular, y 42'% en triples por 35'8% saliendo de inicio) pero, sobre todo, es más importante para el conjunto y el equipo lo nota. Su complicidad con Francisco García -con quien coincide a menudo en la pista, es latente y, por fin, el público del Power Balance Pavillion ve al Salmons que esperaba.
Un tipo que anoche jugó su partido número 250 con la camiseta de Sacramento Kings, lo que le coloca como el séptimo jugador en activo con más partidos vestido de morado, por detrás de Mike Bibby, García, Brad Miller, Kevin Martin, Beno Udrih y Jason Thompson.