Una vez aprobada la venta del 65% de los Kings al grupo empresarial que lidera Chris Hansen, las opciones de la ciudad para mantener a los Kings pasan por las manos de Kevin Johnson pero, sobre todo, por el Consejo de Propietarios. Este grupo -formado por siete hombres- está liderado por Clay Bennett.
Bennett tiene el honor de ser el propietario de Oklahoma City Thunder y es la cabeza más reconocida del Consejo. Él compró los originarios SuperSonics en 2008 para llevárselos a la ciudad del medio oeste. Parece evidente que votará a favor del traslado, en buena parte, por un compromiso que adquirió con Seattle.
Bennett pagó 45 millones de dólares a la ciudad tras la marcha del equipo y se comprometió a pagar 30 millones más a la ciudad si no conseguía llevar allí una franquicia NBA. Ese plazo termina al final de esta temporada de ahí que Bennett está más interesado que nadie en que Seattle vuelva a tener un equipo de baloncesto, y no tener que pagar una suma importante de dinero.
Tanto Bennett como el resto de hombres que formaban parte de su grupo inversor declararon en múltiples ocasiones que no pretendían llevarse al equipo de la ciudad, tal y como han dicho los Maloof. El ya propietario de los Thunder pidió a la ciudad que invirtiera 500 millones en la construcción del nuevo arena, de los 600 totales que iba a costar.
Pero lo peor es que el pabellón de los Thunder costó hace más de diez años tan solo 89 millones de dólares. Junto a él habrá representantes de otras seis franquicias: Oklahoma City Thunder, Washington Wizards, Minnesota Timberwolves, Utah Jazz, Indiana Pacers, San Antonio Spurs y Miami Heat.
Los Kings podrían contar con los votos favorables de los representantes de los Jazz -por las similitudes entre ambas ciudades- y Timberwolves -a quienes el Consejo salvó de un traslado en 1994.
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