En tan sólo dos partidos, Andre Miller ha captado la atención de la mayoría de los aficionados de Sacramento Kings. Sus números -6 puntos y 3'5 asistencias por partido- no dicen mucho, pero su importancia en el vestuario ha comenzado a notarse.
"Andre nos da una especie de entrenador asistente en la pista porque yo no sé que estoy haciendo al mitad del tiempo", bromeaba George Karl.
Miller, que acaba contrato el 30 de junio, no se plantea salir de Sacramento. Según dijo tras su partido de debut ante Boston Celtics, el veterano base estaría de acuerdo en acabar su carrera a las órdenes de Karl, con quien compartió banquillo en Denver Nuggets. Miller lo dejó claro: no quiere ir a ningún otro lado.
Es relativamente poco habitual ver a veteranos como Miller, llegado marzo, en equipos sin aspiraciones reales a corto plazo. Sin embargo, la conexión del jugador con la ciudad es muy alta y antigua. "He venido aquí probablemente desde que tenía seis o siete años...es como mi segundo hogar".
Nacido en Los Ángeles hace casi 39 años, Miller tiene familia en la capital californiana. Durante su infancia, el jugador pasaba los veranos con sus tíos y tías de la región. Además, Miller posee varias viviendas en el área y pasa sus vacaciones en El Dorado Hills, una localidad situada a unos 35 minutos en coche al este de Sacramento.
Con más de 1200 partidos en la NBA a sus espaldas, Miller está jugando más minutos que en las últimas dos temporadas. Quizás la vuelta de Darren Collison haga bajar esas cifras, pero su labor más allá de lo deportivo.
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